JUDIOS
CUBANOS CELEBRAN LA RENOVACION DEL CENTRO COMUNITARIO
Y EL RENACIMIENTO DE LA COMUNIDAD
Este artículo se imprime
con el permiso de:
The American Jewish Joint Distribution Committee, Inc.
Traducido
por Joel Quezada
LA HABANA - Muchos de los que se encontraban
en la sinagoga principal de La Habana habían viajado horas para
estar ahí. En autobuses atestados los cubanos vinieron desde
Santiago, Camagüey y Santa Clara. En pequeñas avionetas fletadas
llegaron americanos desde Baltimore, Nueva York y Washington.
También llegaron los líderes judíos latinoamericanos desde Chile,
Argentina y México. Todos fueron testigos de la llegada de la
Torá a la recién renovada Sinagoga
del Patronato de La Habana donde hubo lágrimas de júbilo y muchas
sonrisas. Por muchos años esto sólo fue un sueño; un sueño que
ahora es una realidad.
El Dr. José Miller, por muchos años líder
de la comunidad judía en Cuba, con orgullo subió al púlpito
y se dirigió a los líderes judíos cubanos, norteamericanos y
latinoamericanos que encontraron el camino hasta La Habana para
acudir a la ceremonia de renovación. "Amigos míos, esta sinagoga
y centro comunitario fueron abiertos por primera vez en 1953.
Mucho ha sucedido desde entonces. Este día representa un nuevo
comienzo para el Patronato. Hoy celebramos no sólo la renovación
de un edificio sino el revivir de una comunidad. Estamos felices
de compartir este nuevo inicio con nuestros hermanos y hermanas
judías de todas partes".
La reconstrucción de la sinagoga y del
centro comunitario es reconocida como un hecho memorable de
la historia judía en Cuba -historia que es rica y poco conocida
en Occidente. Adela Dworin, la historiadora no-oficial de la
comunidad judía en La Habana no paraba de sonreír. "Cuando yo
era niña había una comunidad judía fuerte en La Habana. Luego
todo se detuvo casi completamente. Hace diez años yo era la
persona más joven que trabajaba en el Patronato -y no era una
joven". "Hoy", nos dice riendo, "Soy una de las mayores. Mucha
gente joven está regresando. ¿No es eso maravilloso?".
En un tiempo, la comunidad judía de Cuba
estaba entre las más prósperas en América Latina. Cuba era el
anfitrión para grandes números de judíos americanos que visitaban
la isla con regularidad hasta el grado de formar sociedades
funerarias asegurándose lotes en el cementerio judío de La Habana.
Las cosas cambiaron de pronto durante la Revolución
de 1959 ya que casi el 90% de los judíos cubanos abandonaron
su patria. La gran mayoría de los que permanecieron fueron asimilados
casi en su totalidad.
En 1992, a principios de la desintegración
de al Unión Soviética, el Congreso Comunista de Cuba anunció
que los cubanos podían involucrarse en religión y permanecer
como buenos miembros del Partido Comunista. La eliminación del
estigma de la identificación y expresión religiosa visible era
un elemento crucial para crear un medio ambiente propicio para
la renovación judía.
El camino para el resurgimiento no ha sido
fácil. Aunque se había creado la oportunidad para el resurgimiento
por dos generaciones los judíos de Cuba habían sufrido de amnesia
cultural. Había muy pocos recursos o conocimientos necesarios
para la reedificación de la vida judía a nivel individual o
comunitario.
El Dr. Miller se puso en contacto con el
JDC en 1992 y solicitó ayuda para nutrir la chispa de vida judía
que unos cuantos mantenían viva. El JDC enriqueció los paquetes
de Pesaj que eran admitidos en Cuba como ayuda religiosa. Los
paquetes, enviados desde el Congreso Judío Canadiense, contenían
matzot y otros artículos para Pesaj. Poco después el JDC comenzó
a enviar medicinas y se abrió una farmacia gratuita en el Patronato.
Los doctores judíos comenzaron a dar consultas y a entregar
medicinas para cualquiera que se acercara y que tuviera una
necesidad médica verificable. Con este programa y otros parecidos
el pulso del Patronato comenzó a latir más fuerte.
Al iniciar su regreso, los judíos de La
Habana se dieron cuenta que años de negligencia habían cobrado
su cuota sobre el Patronato. El elaborado trabajo de madera
del santuario principal estaba carcomido por termitas. El techo
consistía de una serie de goteras y hoyos. Los pájaros hacían
sus nidos en las vigas. Todo era un escenario de abandono. Y
en medio de aquel abandono brillaba el alma de la comunidad.
Grupos de mujeres se reunían en un rincón de un gran cuarto,
clases para los niños en otro mientras el coro practicaba oraciones
en el pasillo. El Rabino Shmuel Steinhenler, de origen argentino
y quien acudió a la ceremonia de reedificación, recuerda que
visitaba Cuba con regularidad en la década de 1990 para enseñar
acerca de estudios judíos y guiar a la congregación en las oraciones.
Aún entonces, el espíritu de los judíos cubanos era fuerte.
"Cuando llegué por primera vez vi un póster hecho en casa que
decía 'Am Yisrael B´Cuba Chai' [¡El pueblo de Israel en Cuba
Vive!]. Me dije a mí mismo, esta es mi misión en Cuba. Ayudar
a que esto se haga realidad".
Por ocho años y a partir de 1992, se han
abierto sinagogas y centros comunitarios en pueblos de toda
Cuba. Se ha restablecido un lazo de identificación cultural
y Cuba está tomando el lugar que le pertenece en la comunidad
judía de Latino América. Cada verano, un campo judío en Cuba
atrae a niños de Centro y Sur América. Este verano y por vez
primera también acudirán niños de los Estados Unidos de América.
Los judíos de Cuba participan
ahora de manera comunitaria en una gama de programas de servicio
social voluntario a través de sus sinagogas ayudando a los ancianos,
proporcionando ayuda médica suplementaria, en clases de cultura
hebrea y judía y ofreciendo cenas de Sabbath.
"Cuando regreso a mi comunidad en casa",
dice el Rabino Szteinhendler, "veo como es que luchamos para
mantener a la gente dentro de la comunidad judía. Aquí, en Cuba,
están luchando para unir a la comunidad judía. Lo que ha sucedido
aquí es un mitzvah. Y sabes que todos los que ayudamos en realidad
deberíamos estar agradecidos con los judíos cubanos por permitirnos
llevar a cabo este mitzvah. Porque un mitzvah es una bendición
para quien lo lleva a cabo".
Al inicio de la ceremonia de reedificación,
el Dr. Miller clavó la mezuzah junto a la puerta de la sinagoga
e incluyó la oración. Luego, mientras la gente llenaba el santuario
para los servicios religiosos, un desfile de mano, viejas y
jóvenes, se alargaban para tocar la ligeramente oscura madera
de la mezuzah, un símbolo de su pasado común y el futuro que
juntos construyen.
Derechos de Autor: The American Jewish
Joint Distribution Committee, Inc., 2000.