JUDIOS CUBANOS
OLGA CONNOR, El
Nuevo Herald
De la familia de Rosa Lusky, solo
la abuela, gracias a un hijo que la reclamo desde Inglaterra, escapo
a la muerte.... De los mas de 1,000 refugiados que emprendieron
el viaje a Cuba el 13 de mayo de 1939, solo una cuarta parte -aproximadamente
250- logro salvarse de las camaras de gas de Hitler.
En 1989, Betty Heisler-Samuels escribio
un articulo (del cual es este fragmento) para El Nuevo Herald por
el 50mo. aniversario del fatidico viaje del Flandre y del San Luis,
llenos de refugiados judios del este de Europa, que fueron rechazados
en cada puerto al que llegaron, incluyendo La Habana.
Este desastre quedo como una mancha
de sangre en la conciencia de America, que es apropiado recordar
hoy cuando empieza el decimo dia de Tishrei, Yom Kipur, en que los
judios se recogen en expiacion.
Betty confiesa que su articulo la
inspiro a colocar un capitulo sobre la historia de estos barcos,
y ligarla a la de su familia, como uno de los mas dramaticos de
su recien publicado libro The Last Minyan in Havana.
Como autobiografia novelada de su
vida de nina y adolescente en el seno de una familia judia en Cuba
me parecio fascinante. I couldn't put it down, le dije a la autora:
desde que comence el primer capitulo, cada anecdota me hacia querer
averiguar mas sobre las consecuencias finales de aquellas vidas.
Y el lenguaje es tan sencillo y directo que se desliza la lectura.
Me emociono tanto como cuando de pequena lei el Diario de Anna Frank,
escrito por una nina judia escondida en el desvan de una casa amiga,
de quien intuimos que moriria a manos de los nazis.
El padre de Betty, Haim Tuchman,
perdio a cuatro hermanas y a sus padres en el Holocausto, despues
de estar el ya viviendo como emigrado en Cuba. Esto le hizo bloquear
mentalmente para siempre su vida en Polonia, y hasta se le olvido
su idioma, relata su hija. ``Mi padre adoraba a Cuba'', dice Betty,
quien tuvo la sabia idea literaria de situar dramaticamente a sus
propias tias, las hermanas de su padre, en el San Luis, como fue
el caso de Rosa Lusky.
Y ese confrontamiento que uno cree
que es de verdad -que fue real en el caso de Lusky- estremece y
provoca culpa colectiva. La razon del rechazo fue la codicia de
los politicos cubanos, que exigieron $500 por la visa de cada persona
pagadera en 48 horas, y quizas por la presion del gobierno norteamericano,
que no queria que le concedieran la entrada en Cuba a tantos judios,
ya que al ano tendrian derecho a visas de Estados Unidos.
Pero la historia de The Last Minyan
in Havana no es de resentimiento ni de tragedia, sino mas bien de
nostalgia, como todos los libros que con el nombre de La Habana
descansan sobre mi mesa de trabajo. Es ante todo un corte antropologico
de un grupo de la sociedad del este de Europa, que se ve inmerso
en la riqueza lujuriante de la vida tropical, con sus costumbres
separadas dentro de la vida cubana. (Habia mas de 10,000 judios
en Cuba, ahora quedan menos de 1,000).
Hay muchos detalles que fascinan
en este recuento de la memoria, y son los que constituyen la descripcion
de la idiosincrasia de la familia judia en Cuba, por ejemplo que
habia que encontrar esposo en un grupo muy reducido de gente. Muchos
recuerdos se basan en los olores y sabores de la comida. Otros recaen
en la dificultad de Betty para aprender el yidish, un dialecto parecido
al aleman en el que se entendian los judios en el centro y el este
de Europa, y de obligada instruccion en la yeshiva (escuela religiosa
judia). Idioma, costumbres y comidas son los aspectos mas importantes
en los que se basa la autora para mantener el hilo de su relato,
y descripciones de los barrios. Pero tambien son valiosos los retratos
de la personalidad de amigos y familiares. Incluso el suyo propio,
que casa muy bien con lo que conozco de ella.
Lo que debe hacer ahora es contarnos
en un segundo libro como esos judios cubanos volvieron a emigrar
huyendo del comunismo. Y poner un glosario mayor al final del libro,
para incluir el significado del vocablo Minyan (10 hombres judios
reunidos para orar).
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